Ten piedad Señor de nosotros que predicamos sólo con la palabra.
Ten piedad Señor de nosotros que gustamos de sentarnos en los primeros bancos, que conocemos de memoria el ritual pero ya hemos olvidado lo que significa.
Ten piedad Señor de los que preferimos la pompa de las grandes catedrales a la sencillez de las pequeñas parroquias.
Ten piedad de nosotros que al pasar frente a un mendigo miramos a otro lado.
Ten piedad de nosotros que discriminamos, injuriamos, murmuramos y creemos que somos mejores que los demás.
Ten piedad de tu iglesia que se afana en los bienes terrenales con la excusa de la caridad. No sabe que tu providencia es infinita.
Danos, Señor, un corazón simple como el de Francisco de Asis, la madre Teresa o tantos otros, que nos permita reconocerte en cada hermano y en cada creatura.
Amén
GLS
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